En los últimos días, se ha intensificado la controversia en Argentina tras las declaraciones de Kristalina Georgieva, directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), sobre las elecciones legislativas de octubre. Georgieva instó a que "no se descarrile la voluntad de cambio", lo que fue interpretado por sectores de la oposición como un apoyo explícito al oficialismo liderado por Javier Milei.

La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner reaccionó con dureza a través de sus redes sociales, acusando al FMI de fomentar un modelo de "miseria planificada" que, según ella, ha llevado a la desindustrialización y al empobrecimiento del país. "El cambio que ustedes celebran nos arruinó", afirmó Kirchner, quien también criticó la gestión económica actual y recordó los logros de su mandato y el de Néstor Kirchner, cuando se canceló la deuda con el FMI.

Por su parte, Axel Kicillof, gobernador de la provincia de Buenos Aires, solicitó formalmente al FMI una investigación interna sobre la conducta de Georgieva. Según Kicillof, la directora del organismo violó su deber de imparcialidad al intervenir en el proceso electoral argentino y posar con un pin partidario de La Libertad Avanza. "La gravedad de esta injerencia no puede ser relativizada: lesiona nuestra soberanía y compromete la neutralidad que debe regir a cualquier organismo internacional", declaró el gobernador.

En respuesta a las críticas, Georgieva negó haber apoyado a un partido político y aclaró que sus comentarios estaban dirigidos al gobierno argentino, no al electorado. "Las elecciones son para los argentinos, no para nosotros", afirmó durante una conferencia de prensa en Washington. Además, destacó los avances económicos recientes, como la reducción del déficit fiscal y la inflación, aunque reconoció que la pobreza sigue siendo un desafío importante.

Este episodio ha reavivado el debate sobre la relación de Argentina con el FMI y el impacto de sus políticas en el país. Mientras el oficialismo defiende las reformas económicas como necesarias para el crecimiento, la oposición denuncia una pérdida de soberanía y un aumento de la desigualdad. Con las elecciones legislativas a pocos meses de distancia, el tema promete seguir siendo un punto central en la agenda política.